La luz, que influye sobre los organismos, proviene directa o indirectamente casi exclusivamente del Sol, aunque en las urbes modernas la iluminación artificial tiene una innegable influencia ecológica. Con excepción de algunas bacterias, todos los organismos existentes en la Tierra dependen de la luz.
La luz provee de la energía necesaria a las plantas verdes, que poseen clorofila, para la fotosíntesis, a través de la cual se produce la materia orgánica. Los animales herbívoros y carnívoros dependen indirectamente de la luz a través de las cadenas tróficas o alimenticias, porque aprovechan los alimentos producidos por las plantas.
La luz influye también en el crecimiento de las plantas y en la formación de órganos. La alta radiación ultravioleta destruye materias necesarias para el crecimiento, frena la reproducción y mata las bacterias.
Por otra parte, la influencia de la luz es importante para la germinación de las semillas y el movimiento de orientación de las plantas hacia la fuente de luz, función conocida como fototropismo.
Por otra parte en los animales la adaptación a la luz se manifiesta en los órganos de los sentidos, estructurados especialmente para captarla, como los ojos. Por ejemplo, los animales que viven en un ambiente con poca luz o son de actividad nocturna poseen ojos más grandes (lechuzas, chotacabras, felinos,...) En plena oscuridad se reducen o desaparecen los órganos captadores de luz, como en el caso de los peces de los fondos marinos, de los habitantes de cuevas (peces cavernícolas), y de los parásitos internos (lombrices, tenias).
La luz influye también en la actividad fisiológica de los animales. Algunas especies son activas de día (muchas aves, hormigas..) otras de noche (lechuzas, muchos murciélagos, felinos), y otras en el crepúsculo o al amanecer.
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